Estaba tan tranquilo comiendo en un restaurante cuando el ataque de una gamba alteró la paz del lugar. Esa maldita bestia sabía que con solo rozarme podía liquidarme.
El marisco es mi fuckin' kriptonita!
Le pregunté el porque de tanto odio, y su respuesta fue conmovedora:
- Estoy enamorada de ti, y me da rabia que no puedas tocarme. Tu alergia aleja mis sueños de pasear contigo por playa cogidos de la patita.
Le contesté:
- Tranquila gambita, me pondré un guante de latex y daremos un paseo y nos comeremos un helado juntitos.
Y así empezó nuestra amistad.
Agur
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